Hecha la ley, hecha la trampa, que dirían algunos. Cuando un traductor jurado recibe un documento oficial para traducir a otro idioma es algo complicado cotejar si realmente es real o solo es producto de una falsificación. La profesionalidad y experiencia de los traductores jurados lleva a muchos, como ocurre con los de Iuratum, a percibir al momento si un cliente entrega, por ejemplo, un certificado de notas o un título académico falso. Pero… en caso de no detectarlo, ¿qué responsabilidad tiene el traductor? ¿Podría acabar con problemas legales?

Ni con una demanda ni en la cárcel

Estáte tranquilo si eres traductor jurado porque si alguna vez te la cuelan, no vas a acabar ni demandado ni en la cárcel. Un profesional de la traducción jurada carece de responsabilidad sobre el contenido que llega a su mesa de despacho, ya sea un documento veraz o un ‘fake’, por mucho que no se requiera el original físico para proceder a su traducción.

[Sharer]

Las principales dudas sobre la traducción jurada siempre llevan a clarificar qué organismos requieren este tipo de documentos, dónde tienen validez o su utilidad. Añadimos una nueva. En este caso, sobre la responsabilidad del contenido que el traductor tiene en sus manos. Cuando un traductor jurado certifica con su firma y sello un documento oficial, lo que está acreditando es que se trata de una traducción fiel en otro idioma a lo que el cliente le presentó. No es su labor averiguar la autenticidad o veracidad del documento original.

Fedatario, pero hasta cierto punto

Hay quien afirma alegremente que un traductor jurado oficial es fedatario público. Sí es lo primero, pero no lo segundo. A la hora de certificar un documento oficial, un traductor jurado, esto es, aquellos que están acreditados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, da fe de la fiabilidad del contenido de la traducción, pero no de la del original. Juzgar si se trata de un original o es una falsificación es tarea de un notario.

Generalmente, cuando se reciben los documentos a traducir suelen hacerse llegar en pdf con todos los sellos oficiales, números de registro correspondientes, etc. En caso de que esto no fuera así y se tratara, por ejemplo, de un expediente de notas, todo induciría a pensar que tal vez no se trate de un documento veraz, aunque, insistimos, no es tarea del traductor jurado certificar su validez, únicamente traducir conforme a lo que le presentan, con total fidelidad.